3.600 SEGUNDOS



Y de repente, te fuiste.

Te fuiste.

Para no volver.

Tras creer que podrías vivir siempre como si te quedaran 600 años de vida.

Como si siempre pudieras dejar para mañana

lo que solo podías hacer hoy.

Conjugando «postergar» como si fuera «ser» o «estar».

Conjugando «postergar», siempre, en primera persona.

En presente de indicativo.

Muy indicativo.

Tan indicativo.



Indicativo de que, cuando te fueras,

hubieras querido conjugar la vida

en pretérito perfecto.

En presente absoluto.

Hubieras querido que un minuto no fuera un minuto,

sino 60 intensos segundos.

Que una hora no fuera una hora.

¿Algo tan genérico? No.

Hubieras querido que una hora fueran

3600 segundos.





Una hora te dijeron.

Una hora te quedaba.

Para irte.

Una hora.

Y de repente... volviste.

Volviste para quedarte.

Para quedarte intensamente,

3600 segundos.



3600 nacimientos constantes.

3600 oportunidades.

3600 veces presente.

3600 semanas durmiendo

y, de repente,

3600 segundos despierto.

Y de repente,

toda tu vida pasando

nueva-mente:



Tu nacimiento.

Tu primer paso.

Tu primer beso.

Tu primer fracaso.

Tu primera lección.

Tu segunda atracción.

Tu primera coraza.

Tu segunda lágrima.

Tu primera vez.

Junto al mar.

Sentirte bien y ponerte a cantar.

El olor de las calles donde eras feliz.

El abrazo de tu madre antes de dormir.

El orgullo de tu padre al verte creciendo.

Tu orgullo de hijo al verle asintiendo.

Ver amanecer.

Tu primer viaje.

Burbujas de jabón rompiendo en el aire.

Ponerte a pintar... ¡y pintar tanto!

Querer reír y soltar llantos.

Tu pareja creyendo en ti.

Tus amigos creyendo en ti.

Tus padres no entendiéndote en nada

y, precisamente por eso,

tus padres creyendo en ti.

El nacimiento de tu hijo.

La casa de tus sueños.

Tu primera hipoteca.

El gran puesto en esa empresa.

Palmaditas en la espalda.

Puñalitos por la espalda.

La cola del paro.

El mundo parado.



Y tú eligiendo esconderte dentro. Rendirte.

Y entender justo en este latido...

(...)

... cómo empezaste a quedarte dormido.



Y perdonarte a ti mismo.

Viajar en el tiempo.

Resetear tu miedo.

Sonreír por cada error.

Sonreír por cada acierto.

Aceptar tu destino

y estar preparado.

En presente absoluto.

Ver la luz y acercarte.

Sentir tu latido.

Sentir tu latido.

Sentir tu latido.

Y quedarte sintiendo, orgulloso,

en silencio,

los cinco últimos:

(...)

(...)

(...)

(...)

(..



No importa cuánto tiempo hayas dormido.

No importa cuántos trenes has perdido.

Nunca es tarde para volver a ser semilla.

Nunca es tarde para desgarrarte el alma

3600 veces.

Mirar a la muerte

fijamente a la cara

y decirle:



No te tengo miedo.

Apaga mi llama.

Mi estela

será

siempre

alargada.










Poema musicado



Entradas populares de este blog

"QUIERO"

HOY NO HE NACIDO PARA ESO

MERECES