HAMELÍN
“ No
podrás conmigo...
No
podrás conmigo...
No
podrás conmigo..."
Vivimos
en la constante injusticia.
Abro
los ojos.
Despierto.
Sigue
durmiendo mi risa.
Lleva
dormida tanto tiempo que ya hiberna.
Mi
boca es incertidumbre incierta.
La
que tiñe mis minutos cada día
al
ver en cada ojo la impotencia hecha desidia.
Al
escuchar en las noticias, cada día y cada día:
«¡Ha
vuelto a hundirse el Titanic!».
Y
la gente es el náufrago que vive abandonado.
Al
que solo han dejado a la suerte de su nado.
Esperando
un rescate que no llega,
pues
rescatan al que hizo que el barco se hundiera.
El
Titanic se sigue inundando...
¡y
los músicos siguen tocando!
Para
tenernos encantados, distraídos, controlados
como
ratas de un flautista, camino de Hamelín.
Mientras
tú nos miras desde arriba,
con
el hueco destinado a la empatía,
ocupado
a rebosar por la codicia.
Y
nos apilas, sin piedad, en la popa del Titanic.
Nosotros
intentamos ganar tiempo,
a
la espera de que a nuestro cuerpo le muten branquias
y
podamos reinventarnos bajo el agua.
Intentar
sobrevivir cuando esa popa se haya hundido.
Mientras
tus músicos siguen tocando
más
y más alto, más y más alto,
para
volver a desorientarnos,
como
ratas de un flautista camino de Hamelín.
Mientras
te ríes, sin piedad, de nuestro llanto.
Sabiendo
que a alguien sin esperanza es más fácil controlarlo.
Haciendo
que,
en vez de pez,
seamos plancton.
Microorganismos
aún más desamparados.
Hoy
nos miras desde arriba,
con
el hueco destinado a la empatía
ocupado
a rebosar por la codicia
y
crees que todo vale por ser rico.
Pero
el dinero jamás compra
el
poder dormir tranquilo.
Así
que ríe mientras puedas.
Porque
cuando, a pesar de tu dinero y tu poder,
sí
que envejezcas,
el
flautista de Hamelín regresará a cobrar tu deuda.
Y
será ya tan extensa que no podrás pagar.
Y
entonces el flautista volverá a tocar.
Volverá
a tocar... y también te llevará.
E
intentarás huir de él
y no podrás.
Huir
de tu pasado
y no podrás.
Intentarás
morir en paz
y no podrás.
No
podrás con cada llanto que has causado.
No
podrás con cada suicidio provocado.
No
podrás con la mirada limpia de tus nietos
no
entendiendo el legado de mierda que les has hecho.
No
podrás con la vergüenza.
No podrás con tanta culpa.
No
podrás con tu conciencia.
No podrás, hijo de puta.
¡No
podrás conmigo!
¡No podrás conmigo!
¡No
podrás!
¡No podrás morir en paz!
Tú
tendrás un panteón, yo solo un nicho.
El
tuyo será esplendor.
Será glamour.
Ostentación.
Oro macizo.
El
mío, un agujero en la pared.
Una
amalgama de huesos y recuerdos resarcidos.
De
cemento frío.
De sueños ya perdidos.
De
todo lo que pude ser y nunca he sido.
Pero
el dinero jamás compra
el
poder morir tranquilo.