Tal vez quieres: Que sea constante cual reloj de arena. Que sea el sentido de una vida entera. Que sea tu brújula si estás perdida. Que te lleve en brazos cuando estés vencida. La gota malaya que estanque tus dudas. La ola que vuelve y mece tus culpas. Que salpique mares. Que ilumine estrellas. Que derrita soles Que «desande» huellas. Que sea constante, que sea constante, que sea constante, que sea constante, que sea constante. Si tú quieres, puedo. Puedo ser constante. O tal vez quieres: Que sea tan rápido que siempre sientas que aprovechas el tiempo, que jamás te pierdas en ningún silencio, pues siempre lleno de miles de nadas todas las pausas... o que sea tan lento como el instante preciso en que se paró el mundo durante el segundo que duró nuestro primer beso. Tal vez quieres, eso. Que dilate el tiempo. O que sea el si
Podría, pasar por la vida, de la misma forma que la mayoría. Pensando una cosa y diciendo la otra. Sintiendo una cosa y haciendo la otra. Y así, podría, pasar por la vida copiando lo que otros fueron. Cogiendo lo que otros dieron. Obedeciendo lo que siempre me dijeron. Podría hacer mío el mantra que otros insertaron en mi pensamiento. Podría, ser otra copia barata de un buscador de éxito educado en la ley del mínimo esfuerzo. De un vendedor de humo que vendería a su madre a cambio de un mechero con el que poder hacer fuego. Podría, pasar así por la vida... pero hoy no he nacido para eso. Hoy no he nacido para venderme bien barato a cambio de dinero. Hoy no he nacido para decir lo que otros quieran escuchar a cambio de reconocimiento. Hoy no he nacido para ser el soldado arropado en bandera, que en nombre de otros y en nombre de ella, se salva a si mismo buscando otra guerra. Hoy no he nacido para eso. Hoy he nacido sabiendo que mi
Mereces ser el primer pensamiento del día de alguien que se sienta invencible al ver tu imagen. Mereces que te pregunten cuál es tu miedo y te lo calmen. Mereces que te regalen una risa y no que te la exijan. Mereces poder llorar sin juicio alguno y que le devuelvan a ese llanto una caricia. Mereces vibrar hasta que el sexo sin fecundar, cree vida. Mereces que te besen los defectos hasta vestirlos de virtudes. O mejor, mereces que te los desnuden. Mereces que no te comparen. Con nadie ni más guapo, ni más listo, ni más rico, ni más fuerte, ni más alto. Mereces que te cuiden y te hagan sentir el ser más deseado. No, no pides tanto. Mereces que te amen total y honestamente. De arriba a abajo. De Este a Oeste. Por cada poro. De pie a cabello. Desde tus pisadas a tus pensamientos. Desde la distancia y desde el recoveco. No lo dudes, te lo mereces. Mereces que no te llenen de egoísmo. Que no te quieran en la soledad y te releguen en la alegr