AJEDREZ DEL NO

Nos disponemos, de nuevo, a jugar al ajedrez del no. Sentados uno frente al otro a la distancia de un tablero, donde todo es blanco y todo es negro. Afilamos nuestras estrategias con expresión de “sé lo que me hago” e interior de “por favor, no me hagas ésto”. Ponemos en marcha nuestros relojes y, de nuevo, nos tomamos el poder jugar como el verdadero juego. Encumbramos al azar y ninguneamos la fortuna. Cargamos la mirada de peligro y desafío mientras movemos toda pieza sin sentido. Arrinconamos nuestras torres y doblamos nuestros peones para sacrificarlos luego en gestas aún menores. Sacamos nuestras reinas a pasear a intimidar a enamorar. Para acabar, como siempre, reculando. Para acabar, como siempre, enrocándonos en A3 y no en A2. Nos negamos cada ataque. Mareamos al alfil con diagonales. Al caballo con trotes banales. Nos pavoneamos mostrando cómo nuestro caprichoso rey arrincona ...